Navidad, Salud y Bienestar


Luces de colores, música, casetas de madera, el aroma de unas castañas recién asadas…nuestras calles se llenan de estímulos que despiertan los sentidos. Volvemos a ser un poco más niños estos días, conectando con la ilusión, el gozo que procuran los gestos más sencillos, una mirada cómplice, un momento de escucha sin pensar en nada más que en lo que estamos escuchando, la ilusión por escoger el mejor regalo para esa persona a la que quieres hacer sentir bien por un momento…

Al mismo tiempo, nuestras neveras se van llenando de alimentos para afrontar estos días de comidas, nuestras horas de ocio se diluyen en centros comerciales llenos de gente con el fin de abastecerse de todo lo que necesitan para afrontarlos…poco a poco la placidez de disfrutar de las pequeñas experiencias se enturbia con una sensación de sentirse arrastrado por una corriente de abundancia y exceso.

Pero en nosotros está el poder de elegir cómo vivir estos días, desde qué enfoque queremos situarnos. Nos volvemos un poco más niños… podemos probar entonces a vivir como ellos, a disfrutar de una comida que nos gusta mientras nos dejamos llevar por los sentidos, sumergiéndonos en la experiencia sin esperar nada, sólo con la actitud de permitir que ellos nos conecten con el placer: observar ese alimento antes de introducirlo en la boca como si fuera la primera vez que lo vemos, olerlo y darnos cuenta de que quizá nos evoca algún recuerdo, sentir su textura, el sonido al masticarlo, jugar con él permitiendo que la saliva comience el proceso de digestión. Permitirnos alargar este instante para hacer más plácido el momento de comer, demostrándonos que podemos cuidarnos y tener una relación amable con la comida. Pequeños regalos para nuestra salud y bienestar que nos recuerdan que, como decía Machado, “…no hay camino, se hace camino al andar”.


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